GURDJIEFF, G.I. por Michel de Salzmann

Georgii Ivanovich Gurdjieff (1877?-1949), maestro espiritual greco-armenio, cuya enigmática figura e influencia creciente persiste aún en el panorama contemporáneo de las nuevas religiones y enseñanzas psicológicas. Más parecido a la figura de un patriarca Zen o a la de Sócrates que a la imagen familiar del místico cristiano, Gurdjieff fue considerado por aquellos que lo conocieron como un incomparable “despertador” de hombres.

Él trajo a Occidente un modelo comprehensivo de conocimiento esotérico y dejó tras él una escuela que incorpora una metodología específica para el desarrollo de la conciencia.
Por conciencia Gurdjieff entendió algo más que el mero conocimiento y funcionamiento de la mente. De acuerdo con él, la capacidad de conciencia requiere de una fusión armoniosa de energías distintivas de la mente, la emoción y el cuerpo. Sólo dicha fusión puede permitir la acción en el hombre de aquellas altas influencias asociadas con las nociones de nous, buddhi o atman. Desde esta perspectiva, el hombre – tal como lo conocemos- es un ser incompleto guiado inconscientemente por su condición automática bajo el dominio de estímulos externos.

La amplia variedad de los métodos de Gurdjieff puede entenderse como un instrumento por medio del cual constatar la conciencia de sí y los atributos espirituales del “hombre real”- esto es, la voluntad, la individualidad y el conocimiento objetivo. Estos métodos y su enseñanza acerca de la evolución del hombre están contenidos en una amplia red de ideas cosmológicas que emergen de sus propios escritos y de la obra de P.D. Ouspensky: En busca de lo milagroso (New York, 1949).

Durante el transcurso de su vida, a pesar de la importancia que la prensa sensacionalista le dio durante los años 20, Gurdjieff fue casi desconocido más allá del círculo de sus seguidores. A partir de 1950 en adelante, sin embargo, sus ideas comenzaron a difundirse no sólo a través de la publicación de sus propios escritos, sino también a través de los testimonios de sus discípulos. Su excepcional carácter personal, especialmente su genio para utilizar cada circunstancia de la vida como un medio para ayudar a que sus alumnos experimentaran la verdad completa acerca de ellos mismos, dio lugar a numerosos relatos falsos que por muchos años obscurecieron la integridad de sus ideas. Hoy, no obstante, la enseñanza de Gurdjieff ha emergido de ese trasfondo de rumores e insinuaciones para ser reconocida como una de las más penetrantes enseñanzas espirituales de la época actual.

Gurdjieff nació en Alexandropol, en el sur de la parte transcaucasiana de Rusia. Su padre era griego y su madre armenia. Excepcionalmente dotado, desde niño fue favorecido por sus tutores de la iglesia ortodoxa y educado precozmente tanto en el sacerdocio como en medicina. Convencido de que el hilo conductor del conocimiento perenne y esotérico se preservaba aún en algún lugar, abandonó la senda académica para comprometerse él mismo en la búsqueda de las respuestas esenciales. Durante 20 años (1894-1912), orientó su búsqueda- principalmente en el interior de Asia y en Medio Oriente – hacia el corazón de las tradiciones antiguas. Este capítulo de su vida permanece como un misterio, aunque los eventos más significativos se narran en el relato autobiográfico titulado Encuentros con hombres notables.

En 1913 Gurdjieff apareció en Moscú con una enseñanza enteramente desarrollada y comenzó a organizar alrededor de él grupos de discípulos provenientes en su mayoría de los círculos intelectuales. A partir de ese momento, la línea de su vida puede trazarse con mayor claridad. Tanto el escritor ruso P.D. Ouspensky como el compositor T. de Hartman describen la continuidad del trabajo de Gurdjieff a través de las adversidades de la Revolución Bolchevique y el viaje que condujo a él y a sus seguidores al Cáucaso (1917), luego a Constantinopla (1920), y finalmente a Fontainebleau, Francia, en el sur de París, en donde en 1922 pudo establecer sobre una base firme su Instituto para el Desarrollo Armónico del Hombre en el Prieuré d’Avon.

La doctrina del Instituto y sus métodos experimentales pronto atrajeron a muchos artistas e intelectuales destacados que, desde Inglaterra y Estados Unidos, vinieron a reunirse con Gurdjieff y eventualmente, a trabajar con él. La mayoría de ellos, como Maurice Nicoll, Jane Heap y Katherine Mansfield fueron introducidos a la enseñanza por A.R.Orage, el notable crítico y editor de la revista The New Age, y por P. D. Ouspensky.
A principios de 1924, Gurdjieff realizó, acompañado de un grupo numeroso de alumnos, su primera visita a los Estados Unidos. Allí, principalmente en Nueva York, dio una serie de actuaciones públicas de su trabajo sobre las danzas sagradas. Su objetivo era mostrar los principios olvidados de una “ciencia objetiva de movimientos” y demostrar el rol específico de los mismos en el desarrollo del trabajo espiritual.

En el verano de 1924, después de un accidente automovilístico casi fatal, Gurdjieff decidió reducir las actividades de su instituto y el círculo de sus seguidores y asegurar la legalidad de sus ideas en forma escrita. Hacia 1934, ya había completado las primeras dos series de sus escritos y parte de la tercera. Entre tanto, mantuvo contacto con sus alumnos más antiguos, volvió dos veces a Estados Unidos (en 1929 y en 1933), y se asentó definitivamente en París.

En 1935, Gurdjieff reanudó su trabajo con los grupos asistido por Jeanne de Salzmann, su discípula más cercana, que fue luego la responsable de continuar con su trabajo. Aunque se demandó extrema discresión entre sus seguidores, los grupos en Francia se expandieron continuamente aún durante la guerra e incluyeron destacadas figuras en literatura, arte y medicina tales como René Daumal, Kathryn Hulme y P. L. Travers. Después de la guerra, la familia internacional de discípulos de Gurdjieff se reunió nuevamente a su alrededor. Hizo su ultima visita a América en diciembre de 1948 y a pesar de su enfermedad continuó su trabajo intensivamente hasta su muerte, acontecida en París, el 29 de octubre del año siguiente.

Los relatos de Belcebú a su nieto, publicada por primera vez en inglés en 1950, es su obra maestra: una mirada vasta y panorámica, sin precedentes, de la vida completa del hombre sobre la Tierra, vista desde la perspectiva de seres provenientes de un mundo distante. Por medio de una alegoría cósmica y bajo el velo de anécdotas discursivas y elaboraciones lingüísticas provocativas, la obra transmite las ideas esenciales de la enseñanza de Gurdjieff. Encuentros con hombres notables, publicada en 1963, narra la historia de la juventud de Gurdjieff y su nunca abandonada búsqueda del conocimiento. Gurdjieff originalmente intentó completar su trilogía con una serie final titulada La vida es real sólo cuando “Yo soy” ; el manuscrito, sin embargo, nunca se completó y parte de éste se perdió. La parte que permaneció, cruda y fragmentaria, se publicó en 1981.

Perspectivas del mundo real publicada en 1973, es una colección de conferencias dadas por Gurdjieff y registradas por sus discípulos durante 1os años 20. Gurdjieff también dejó una cantidad considerable de música, compuesta en colaboración con Thomas de Hartmann. Parte de esta música se usó para acompañar los movimientos y las danzas sagradas que constituyen una parte esencial de la enseñanza de Gurdjieff y que han sido documentadas y preservadas por sus discípulos.

El trabajo específico y la correlativa investigación propuesta por Gurdjieff, se ha llevado a cabo y ha sido expandida bajo la guía de sus discípulos a través de fundaciones y sociedades en la mayoría de las ciudades del mundo occidental. También han aparecido otros grupos que, a pesar de no tener ninguna conexión con los discípulos de Gurdjieff, sostienen ser sus seguidores o tener alguna relación con su enseñanza.
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Traducción del ensayo publicado en The Encyclopedia of Religion, 16 Volumes, Mircea Eliade, editor in chief, New York: Macmillan, 1987.

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